José Mª Muñoz Fernández, "Sepultura para dos infantes", 2021, 501 pp.
"La ceremonia funeraria fue poco generosa con Annie. Ahora estaba muerta y eso ya no interesaba a los vivos. Tan solo unas breves palabras se oyeron en su honor. El padre Bartomey, párroco de la pedanía, no pronunció el bonito sermón con el que solía adornar el escalofriante momento. El señor Peterson, eterno aspirante a poeta pese a su avanzada edad, no removió los sufridos corazones de los aldeanos con sus estrofas de métrica matemática con las que tenía costumbre agasajar a los asistentes. La señora Mary Hilton, herbolaria del lugar, solo abrió sus labios para vomitar una frase ridícula y a todas luces inapropiada. Ni tan siquiera la señorita Catherine, la joven bibliotecaria del pueblo, pudo decir aquel comentario digno de una historia tan importante. A decir verdad, el sepelio se desarrolló con una execrable vulgaridad".
Esta apasionante novela, donde se mezcla lo detectivesco, lo gótico y el humor, arranca con el descubrimiento del cadáver de una extraña mujer, ahogada en un estanque a las afueras de la aldea. Este acontecimiento despierta el interés de un joven que intentará resolver la causa de su muerte con la ayuda de un taxidermista que arrastra un oscuro pasado, algo que comparte con otros bien caracterizados personajes que veremos aparecer en la novela. En su intento por resolver el misterio que rodea a esa muerte, el protagonista se verá envuelto en una serie de trágicos sucesos.
Destaca en esta novela la preocupación por el estilo, el cuidado de la expresión, combinado con una cuidada observación y descripción de los acontecimientos y escenarios. Los personajes se mueven en una extraña aldea por la que nos conducen a través de su cementerio, un bosque encantado, la hospedería, la Mansión de las Gárgolas... El suspense de la narración se acompaña con momentos de reflexión que dan profundidad y muestran la perplejidad de los protagonistas (también del lector) ante un misterio que se va haciendo cada vez más ominoso. También resalta la habilidad del autor para la difícil tarea de introducir la oralidad en el relato escrito: los diálogos conducen con viveza la acción y muestran las complejas emociones que provocan los hechos en los personajes.
Como si fuera una novela de aprendizaje o de formación, el joven protagonista va introduciéndose en un mundo adulto, en una aldea, una comunidad en la que la soledad, los secretos de unas existencias trágicas, sin consuelo, acaban manifestándose en la muerte de los que viven en sus márgenes, en el horror del descubrimiento de su sufrimiento y su final. Aunque también hay humor, ironía y amistad en ese proceso de aprendizaje. Humor que se refleja en la pareja de policías de la aldea que, como en el clásico relato detectivesco, no parecen enterarse de nada. Como en el relato clásico, se enfrenta así la investigación burocrática policial con la imaginativa y vivencial pesquisa del detective (profesional o aficionado), a lo que se añade en este relato la pertenencia del investigador a la comunidad afectada por la tragedia, su mayor implicación emocional, su descubrimiento de los fantasmas de un pasado que todavía marca la vida de los adultos de su aldea. En un marco gótico-detectivesco, esta novela también creo que refleja la necesidad de enfrentar, en el aprendizaje hacia la vida adulta, el descubrimiento de los "demonios familiares" o colectivos con los que debemos ir confrontando nuestro destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario