viernes, 15 de marzo de 2019

Libros recomendados: La inteligencia emocional en "Tiempos de pruebas"

     En opinión de Gordon Stobart (Tiempos de pruebas, 2010), las actuales propuestas de fomentar en la escuela la inteligencia emocional "caen en la misma trampa de cosificar formas alternativas de inteligencia" (que nunca aparecen bien definidas): "Lo que han hecho es ampliar el concepto de inteligencia, que lo hace más aceptable, sin cuestionar necesariamente sus características de innata y fija". Este concepto cosificado de inteligencia se intenta hacer ahora aceptable afirmando que todo el mundo la tiene, que no hay una única forma, por lo que no tenemos que ser tan críticos respecto a ella. 
    La inteligencia emocional surgió, como la teoría de las inteligencias múltiples (Gardner, 1983), como una visión más amplia de las anteriores teorías hereditarias de la inteligencia, de un único factor de inteligencia. Pero aunque la inteligencia emocional, que hiciera famosa Daniel Goleman (1995), parece la antítesis de los test de CI, "corre el riesgo similar -señala Stobart- de definir quiénes somos cosificando las formas social y personal de la inteligencia". En este sentido, aclara Stobart que "las respuestas emocionales son profundamente situacionales y la IE corre el riesgo de fomentar determinados valores sociales sin reflexionar sobre su carácter situacional" (como cuando en nuestras aulas cuelgan carteles como "No te quejes, mira el lado bueno de las cosas" o "Sé positivo", que parece convertir cualquier protesta en un problema de competencia emocional individual). 
Usar la IE como una herramienta para mejorar el clima de convivencia en las aulas puede servir sólo para ocultar las causas de los conflictos y el malestar entre los estudiantes, reduciéndolos a factores psicológicos, descontextualizados e individualizados. 
Libro disponible en la biblioteca del departamento de Filosofía.

jueves, 14 de marzo de 2019

Huelga por el clima. 15 de marzo.


La situación es extrema: la crisis ecológica se ha agudizado en los últimos años, y ya no hay rincón del Planeta que sea ajena a esta urgencia. El coste de la pasividad es enorme. Hace falta cambios profundos en un modelo económico cuya principal víctima somos nosotros mismos. Y para ello la movilización es imprescindible, pero también lo es que se tomen las medidas para frenar el deterioro ecológico. Como explicó Naomi Klein: “No se trata solo de cambiar las bombillas, sino el modelo económico”.
Si quieres leer el MANIFIESTO completo, pincha en el enlace.

“La preocupación [de los jóvenes manifestantes] está justificada y respaldada por la ciencia disponible. Las medidas actuales para la protección del clima, la biodiversidad, los bosques, los mares y el suelo están muy lejos de ser suficientes”, indica el texto de los científicos. Y añade: “La gente joven exige correctamente que nuestra sociedad priorice la sostenibilidad y la acción climática sin más titubeos. Sin un cambio profundo, su futuro está en peligro”, sostienen los científicos de numerosas disciplinas". 

viernes, 1 de marzo de 2019

Lecturas recomendadas: La inteligencia emocional y "La salvación del alma moderna"

La socióloga Eva Illouz, en su libro "La salvación del alma moderna" (Katz, 2010), considera que la inteligencia emocional "representa un nuevo eje de clasificación social que crea nuevas formas de competencia (e incompetencia) social". El surgimiento de la "competencia emocional" ha estado ligado al ascenso de la ideología terapéutica y a los nuevos usos de gerencia y disciplina empresarial. La ideología terapéutica, señala Illouz, "ha reificado la vida emocional al construir e institucionalizar la distinción entre respuestas emocionales competentes e incompetentes". Así, por ejemplo, considera como respuestas incompetentes el enfado o la indignación, ignorando que las emociones son resultado de la interpretación que se da de forma fluida en un contexto determinado. Las emociones se desarrollan en el marco de las interacciones sociales, no pueden ser siempre cosificadas para facilitar su manipulación reflexiva. De hecho, en la práctica, "la ambigüedad emocional, la ambivalencia y la falta de claridad son altamente competentes, porque son modos de afrontar situaciones sociales que contienen elementos contradictorios". 
   Según Illouz, "la inteligencia emocional es una noción difundida e incluso dominante porque se corresponde con la ideología de los grupos sociales clave en el proceso de producción y porque se corresponde muy bien con los requisitos que se le exigen al yo en las nuevas formas de capitalismo". "La inteligencia emocional refleja el estilo emocional y los modelos de sociabilidad  de las clases medias, cuyo trabajo en la economía capitalista contemporánea exige un manejo cuidadoso del yo. Esas clases medias dependen estrechamente del trabajo colaborativo, evalúan constantemente a los otros y son constantemente evaluados por ellos, se mueven en grandes cadenas interaccionales, conocen a una gran variedad de personas que pertenecen a distintos grupos, deben ganarse la confianza de otros y, quizá por encima de todo, trabajan en contextos en los que los criterios para el éxito son contradictorios, elusivos e inciertos". Esto marcaría la "incompetencia social" de las clases trabajadoras, en cuyas vidas esta competencia emocional está más ausente, porque tienen menos valor en sus lugares de trabajo, donde es menos relevante la capacidad de prestar atención a las propias emociones  y negociar con los otros. Como señala Illouz, "al utilizar y adoptar la noción de inteligencia  emocional, estamos definiendo de hecho como competencia algo que nuestras instituciones ya han definido como tal, y estamos reafirmando los privilegios sociales de aquellos que ya son privilegiados".
Este libro está disponible en la biblioteca del Departamento de Filosofía.