UN COLEGIO PÚBLICO SEVILLANO LUCE EL
NOMBRE DEL PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DEPURADORA DEL MAGISTERIO,
MANUEL LORA TAMAYO.
|
Imagen del C.P, Manuel Lora Tamayo.
|
El 18 de mayo de 2018 la Consejería de Educación
estableció que el 14 de junio se dedicase a la Conmemoración
del Día de la Memoria Histórica y Democrática en los centros
educativos andaluces. Desgraciadamente, la educación sevillana vive
una escandalosa anomalía como es la que un colegio público de la
capital aun mantenga el nombre del presidente de la Comisión
Depuradora del Magisterio Sevillano y ministro franquista de
Educación, Manuel Lora Tamayo.
De las depuraciones
profesionales del franquismo una de las más intensas e implacables
fue la que sufrieron los docentes. Se trató de una purga ideológica
a gran escala, que dejó marcado al magisterio.
Lora Tamayo fue
nombrado el 25 de noviembre de 1936 Comisario-Director del Instituto
Murillo en sustitución de José Sánchez Romero, destituido del
cargo y suspendido de empleo y sueldo, al inicio del proceso
depurador. La presidencia de las Comisiones Depuradoras del
magisterio debía recaer en el Director de los institutos de segunda
enseñanza de la capital de provincia. En esta presidencia sustituyó
a Joaquín Sánchez Pérez y fue el que la ejerció durante más
tiempo, en un periodo de gran dureza represiva: maestros y profesores
depurados, colegios e institutos clausurados. Un paso atrás
gigantesco para la enseñanza del país. Tras Lora Tamayo ejerció la
presidencia de la Comisión Depuradora sevillana José Hernández
Díaz. Su posición de privilegio, en el sistema educativo franquista,
permitió a Manuel Lora Tamayo quedar exento de la depuración,
mientras sus compañeros de profesión fueron obligados a pasar por
semejante calvario.
Todos los enseñantes
debían de pasar por un expediente de depuración para mantener su
puesto. Algo más de un 13% de los maestros sevillanos sufrieron
sanciones, algunos con la expulsión del cuerpo, pero también las
menos grave de estas dejaba señalado al maestro. Se sancionó por
motivos políticos, ideológicos, de orientación pedagógica, por la
conducta moral y por las creencias religiosas o hacia la religión.
El proceso carecía de garantías: las Comisiones y sus miembros
podrían proponer sanción “siempre que en conciencia crean
acreedor a ella al encartado, aún en los casos en que por
circunstancias especiales no haya en el expediente prueba bastante
por escrito” (Circular de 28 de enero de 1937).
Desde el inicio del
golpe militar los docentes de izquierdas y republicanos sufrieron la
represión física llevada a cabo por los golpistas. Un mínimo de 30
maestros y maestras sevillanos fueron asesinados. Los presidentes de
las Comisiones Depuradoras en absoluto desconocían esta represión.
Basta citar el dramático caso del maestro de Pruna Francisco Ruiz
López, fusilado en esta localidad, en septiembre de 1936, por
aplicación del Bando de Guerra, nada más regresar de su localidad
de origen. Es probable, según fuentes orales, que algunos de sus
alumnos presenciasen su muerte.
Pues bien, Manuel Lora
Tamayo, como presidente de la Comisión Depuradora del Magisterio
elevó a la superioridad que visto el expediente y “resultando de
la información que falleció en los primeros días del Glorioso
Alzamiento, se eleva a V. E. a los efectos que estime oportunos”
(1939). La decisión fue que continuase tramitándose el expediente
de depuración, proponiendo la Comisión Depuradora sevillana (19 de
mayo de 1940) la sanción de separación definitiva del servicio de
Francisco Ruiz López.
En 1941, Lora Tamayo ya formaba parte del Consejo
Nacional de Educación y en febrero de 1942 fue nombrado Vicerrector
de la Universidad de Sevilla. Ese mismo año es trasladado a la
Universidad de Madrid, donde también ocupó el cargo de Vicerrector
(1944), en lugar otra vez de un profesor cesado, Julio Palacios, que
lo había sido por haber firmado un manifiesto en favor de Juan de
Borbón.
Estos son los hechos.
Corresponde a los ciudadanos y sus representantes valorar si, en el
contexto de una escuela democrática, un colegio público de Sevilla
debería mantener el nombre de uno de los principales protagonistas
del inicuo proceso de depuración y represión de los maestros y
maestras sevillanos.
José Montaño
Ortega.