El profesor y escritor francés Daniel Pennac, al que ya hemos leído en este blog, nos acerca en su libro "Como una novela" a su amor a la lectura, a la que intenta acercar a sus alumnos desde el placer de leer, desde el acceso directo a los libros y no desde el deber del comentario o la glosa escolar:
"El verbo leer no soporta el imperativo. Aversión que comparte con otros verbos: el verbo "amar", el verbo "soñar"...".
"Entre los "que no leen", los más listos sabrán aprender, como nosotros, a hablar de ello: sobresaldrán en el arte inflacionista del comentario (leo diez líneas, escribo diez páginas), la práctica jíbara de la ficha (recorro 400 páginas, las reduzco a cinco), la pesca de la cita juiciosa...".
"Él (el profesor) llegaba por la mañana del martes, desgreñado por el viento y por el frío en su moto azul y oxidada. Encorvado, con un chaquetón de marinero, la pipa en la boca o en la mano. Vaciaba una bolsa de libros sobre la mesa. Y era la vida".
"Pertenecemos a una generación, a una época, a un medio, a una familia en las que la tendencia era más bien la de impedirnos leer".
"Abrir las páginas de todos los libros. No imponer el deber de la glosa y del comentario".
"No pedir nada a cambio. No alzar ninguna muralla de conocimientos preliminares alrededor del libro. No plantear la más mínima pregunta. No encargar el más mínimo trabajo. No añadir ni una palabra a las de las páginas leídas...".
Al final del libro, Pennac enumera los derechos del lector:
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