COMO LIBROS
Quiero decirte que he leído
y sé enteras
las páginas aún sueltas, temblorosas, de tu libro
-un prólogo candente-
y confesarte que he soñado también las escondidas
que aún guardas cerradas
y crees intactas
Quiero decir que quedan muchas páginas en blanco
aún por escribir de puño y letra
donde insertar los pies de las figuras
nuestras siluetas
en cuerpo a cuerpo denso
y boca a boca
Quiero deletrear despacio tu mirada
puntuar tu risa
poner constantemente el dedo en tus acentos
-aún más que circunflejos, circulares-
para atajar los circunloquios
los cenagosos puntos suspensivos
y despoblarte así cada interrogación y cada niebla
Quiero tocar cada renglón con estos dedos
omo los casi analfabetos
que siguen con los labios la escritura
y cuando leen, dirías que oran
como los ciegos
que surcan promontorios
que palpan agujeros y así saben
y quiero acompañar entre los labios la lectura
de cuanto esté dispuesto
o como un niño
como un primer lector que descubriera el paroxismo
de barcos, príncipes, murallas…
Una odisea y Troya
El primer libro
Quiero leerte entre comillas y a deshoras
de la paginación al índice completa
al hilo que encuaderna, recoserme
y quiero ser solapa, atril y marcalibro
velar cansado en tu mesilla
ser una lámpara pequeña
-lo necesario-
como un vaso de agua
cuando se tuerce el sueño y se hace miedo
y quiero ser también tu libro de horas
estar de cabecera
quedarme entre tus manos y tu vientre
recostado
para otro día que venga
otro contiguo a ti
tu posalibros
Quiero leerte enteramente
y que me leas hasta el final del colofón
del duelo
y que después, si quieres
tires las páginas al fuego
y que concluya así este opus nigrum
Quiero pedir, que encuadernados
se nos desgaste el texto tan despacio
que en blanco y negro y deslumbrante
sea, línea a línea
una lectura altiva
que nos llame constante
y que nos haga airosos, altos
extendido
Quiero decir que quiero llegar hasta el epílogo
hasta la página final que nos acecha
que no me rindo
que malherido sí, pero pulsante
te escribo hoy la página de más
casi arrancada
la imprescindible
esta que crece
-que ahora eres tú quien me la debe-
una oración completa
un grito opaco
este renglón que llama y se hace cuerpo
Quiero escribir que sé que estás escrita
Alberto Caffaratto Ladoire (Madrid, 1954)
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