En muchas ocasiones olvidamos las dificultades que un nuevo lector encuentra cuando se encuentra con las páginas de un libro (de ficción o de ensayo). Deberíamos entender esas dificultades para ayudarle a superarlas con la necesaria paciencia. Hay libros que exigen al lector un gran esfuerzo por entrar en ellos, para dejarnos llevar por el relato o entender la argumentación que desarrolla. Pero, si es un buen libro, si encierra la complejidad no impostada necesaria, merece la pena. Convertirse en un buen lector (o lectora) no es una tarea fácil. Requiere, como refleja bien el siguiente fragmento, el despliegue de muchas habilidades:
Reconozcamos que entrar en una novela no es un acto sencillo. Las operaciones mentales que tiene que hacer el lector son complejísimas: la extracción de información inicial, el bosquejo de un panorama, las zonas que hay que dejar en suspenso, para rellenarlas apresuradamente apenas el autor suelta una pista complementaria; todo: época, lugar, personajes y sucesos, debe construirse apresuradamente y de forma provisional, tan solo para entender qué pasa. Y luego están las reglas que regirán el universo de ficción. Hasta no captar éstas, el lector no podrá prenderse del todo en la peripecia del protagonista —o de los protagonistas. Es una tarea de elaboración de hipótesis, de puesta a prueba constante, y de falsación parcial o global, seguida de reelaboración del universo narrativo.
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