En 1922 Federico García Lorca escribió que "una de las maravillas del cante jondo, aparte su esencia melódica, consiste en sus poemas [ante los cuales] quedamos asombrados. Las más infinitas gradaciones del Dolor y la Pena [son aquí] puestas al servicio de la expresión más pura y exacta. No hay nada, absolutamente nada igual en toda España, ni en estilización, ni en ambiente, ni en justeza emocional ( .. . ) No hay nada comparable en delicadeza y ternura con estos cantares, y vuelvo a insistir en la infamia que se comete con ellos relegándolos al olvido."
De niño no me gustaban
los libros ni la sotana
ni salir en procesión
era tan desobediente
como el viento de poniente
revoltoso y juguetón.
Yo en vez de mirar pal cielo
me puse a medir el suelo
que me tocaba de andar
y no seguí al rebaño
porque ni el pastor ni el amo
eran gente de fiar.
Empecé haciendo carrera
por atajos y vereas
muy estrechas para mi,
y decían mis vecinos
que llevaba mal camino
apartao del redil.
Como aquel que calla otorga
y aunque la ignorancia es sorda
pude levantar la voz
más fuerte que los ladríos
de los perros consentíos
y que la voz del pastor.
Siempre fui esa oveja negra
que supo esquivar las pieras
que me tiraban a dar.
Y entre más pasan los años
más me aparto del rebaño
porque no se adonde va.
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